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Clásico indie: Rocketship

Allá por el año 1994, mi banda favorita era Stereolab. Intentaba conseguir cualquier artefacto sonoro que tuviese relación con la banda de Tim Gane y Laetitia Sadier.

Un día, llegó a mis manos un recopilatorio del sello Slumberland titulado »Why Popstars Can’t Dance» que contenía el single de Stereolab »John Cage Bubblegum». De todo el recopilatorio sólo conocía a Stereolab y a Boyracer, un desconocido grupo inglés ya separado, así que comencé a escucharlo detenidamente. Y ocurrió algo increíble. Cuando comenzó la quinta canción parecía que el tiempo se hubiera parado y mi cuerpo comenzara a flotar por el salón de casa.

Aquella deliciosa maravilla sonora se llamaba »Your new boyfriend». El siguiente tema, menos pop pero mucho más hipnótico, era también buenísimo, »Like a dream». En aquel momento, me sentía como un buscador de oro en el lejano Oeste que había dado con filón gigantesco.

Estas canciones pertenecían a un grupo del que nunca había oído hablar, Rocketship.

La banda era el proyecto musical de un muchacho de Sacramento, California, llamado Dustin Reske que, desde sus comienzos en 1993 hasta 1998, se hacía acompañar por Verna Brock, Jim Rivas y Heidi Barney, lo que hacía que realmente pareciesen un grupo en toda regla.

Al principio, en mi búsqueda de los tesoros dorados de Rocketship, las pepitas de oro se hacían esperar. Pero cuando aparecían eran realmente increíbles.
Aquel tesoro consistía en tres singles y dos splits compartidos (todos en vinilo) más su perfecto y delicioso LP de debut, »A certain smile, a certain sadness», ocho píldoras de exquisito pop ácido, como aquellos caramelos tan excitantes de los ochenta, los Selz, que llevaban en su interior polvitos ácidos tan excitantes.

En 1998 la cosa cambió de tercio, Dustin se quedó solo y publicó un nuevo disco, “Garden of delights”, y, aunque el atractivo permanecía, el concepto era muy distinto.
Las canciones mantenían sus cortinas de sonido flotante, pero el pop había dejado paso a la electrónica y el ambient, recordando más a la música de Isan que aquel grupo que mezclaba el shoegazer con el jangle y lo aderezaba con unos teclados alucinógenos extraterrestres, como si The Pastels y Heavenly grabasen sus canciones junto a Neu!.

La única lástima es lo escasa que ha resultado su discografía, si bien su primera etapa pop no tiene ningún desperdicio.

Actualmente, Dustin sigue componiendo y, aunque parece que quiere volver al pop de sus inicios, el resultado es una suerte irregular de tecnopop con aires a New Order. Da la sensación de que la inspiración le ha abandonado. Por ahora…

LA canción: «Hey hey girl»

EL disco: «A certain smile, a certain sadness»

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